Después de tres horas de descenso, los oceanógrafos chilenos Osvaldo Ulloa y Rubén Escribano llegaron a un lugar que nunca había sido visto por el hombre…
Durante años, los oceanógrafos chilenos Osvaldo Ulloa y Rubén Escribano se habían imaginado en sus conversaciones cómo sería el paisaje alienígena de la fosa de Atacama, esa impresionante hendedura que cae a más de 8.000 metros de profundidad frente a las costas de Chile y Perú y que ningún ser humano había visto directamente
Ulloa y Escribano, director y subdirector respectivamente del Instituto Milenio de Oceanografía en la Universidad de Concepción, en Chile, se habían resignado a estudiar la Fosa desde la superficie
Junto con su equipo habían mapeado por primera vez parte de la topografía de la Fosa. Durante la Expedición Atacamex en 2018 habían tomado algunas fotos, videos, muestras de agua y ADN de las extrañas criaturas que habitan el fondo de este inframundo
Dado que llegar hasta esas ultraprofundidades es técnicamente más o menos como ir a la Luna, soñar con ser testigos presenciales de su objeto de estudio nunca fue una opción… Hasta ahora
Ambos científicos descendieron al lugar la pasada semana con la expedición del explorador estadounidense Víctor Vescovo, quien en 2019 se convirtió en la primera persona en visitar los cinco puntos más profundos de los cinco océanos piloteando un sumergible especialmente construido para ese propósito
Ulloa, Escribano y Vescovo son los primeros seres humanos en descender a la Fosa
Cada uno de los dos viajes duró un total de diez horas, para lo cual los acuanautas tuvieron literalmente que deshidratarse la noche anterior, llevar ropa de abrigo y asegurarse de empacar un emparedado
En dos inmersiones separadas, Ulloa primero y Escribano después abordaron junto con Vescovo una pequeñísima esfera de titanio cubierta por un grueso revestimiento protector de espuma sintética
Bautizado como el Limiting Factor, en honor a las novelas de ficción de Ian Banks, el sumergible es la maravilla tecnológica que está abriendo en forma rutinaria las puertas a la exploración de la llamada zona hadal de los océanos, es decir, todo lo que hay por debajo de los 6.000 metros
«Esta fue la aventura de mi vida y una cúspide en mi carrera como investigador en ciencias del mar», dijo a BBC Mundo Ulloa, de 60 años, minutos después de esa inmersión y ya sobre el buque nodriza Pressure Point
Silencio y música en el fondo del mar
«El interior de la esfera es gris oscuro, tiene dos cómodas sillas, y está recubierto con tanques de oxígeno e interruptores para toda la electrónica. En la parte inferior hay tres ventanas ojo de buey que permiten la vista del fondo marino. Me impresionó la suavidad de la travesía, y el silencio, solo interrumpido por las comunicaciones con la superficie»
El descenso al punto más profundo de la fosa —8.069 metros, según los mapas que se habían hecho el día anterior— les tomó tres horas y media. Ulloa imaginó que se iba a aburrir, pero entre momentos de conversación con Vescovo, terminaron escuchando música
Ulloa puso una canción de la cantante chilena Mon Laferte, y le mostró a Vescovo fotos de su hijo, que vive en Suecia. A su vez, Vescovo escogió Hotel California, del grupo The Eagles y le habló de sus motivaciones para terminar explorando las profundidades. Luego, entre risas, decidieron que al regreso tendrían tiempo de ver un trozo de la serie española El Cid. Y así fue.
En algún momento durante el descenso comieron la mitad de sus emparedados: de atún, para Vescovo, y de ensalada de huevo para Ulloa
Una vez en el fondo, Vescovo maniobró la nave sobrevolando un terreno asombroso de valles, crestas y otras formaciones rocosas que arrojarán importante información en cuanto a la geología característica de esta región del planeta
«Nos llamó la atención también la gran cantidad de holoturias, una especie de pepino marino que se ha hallado en otras fosas, pero que aquí estaban presentes con gran abundancia», dice Ulloa
«Pero si hay algo que yo, como microbiólogo, quería en esta expedición era encontrar tapices de colonias de microbios. Y por eso, verlos con mis propios ojos fue algo extraordinario, la confirmación por primera vez de su existencia en la fosa de Atacama y a más de 8.000 metros»
Para Rubén Escribano, de 64 años, la experiencia, dos días después, fue igualmente intensa.
Puesto que su interés es la fauna, Vescovo descendió únicamente hasta los 7.330 metros, explorando el talud oriental de la fosa en busca de más abundancia de organismos
Encontraron criaturas inesperadas para tales profundidades como corales de agua fría y una solitaria estrella de mar. También pudieron observar animales presentes en mayores cantidades que en cualquier otra fosa estudiada hasta ahora, incluyendo gusanos poliquetos, crustáceos anfípodos y otros seres hadales que apenas ahora se comienzan a estudiar
«A mí me dijeron que teníamos que estudiar la fosa, pero no me dijeron que teníamos que ir a ella», bromeó Escribano tan pronto salió del sumergible y puso los pies en cubierta
«Fue algo mágico; como descender sobre otro planeta y ver las estructuras construidas por estos seres. Imaginé que eran ciudades pequeñitas hechas por los gusanos y crustáceos que hacen caminos en el sedimento».